2/9/14

Oceano (XI): El Caos mas Hermoso y Estremecedor.

El huelgo de tregua resulta demasiado estrecho, apenas unos segundos para recomponernos.
Líceo y Tucides se aprestan con sus armas para la confrontación y Auristrata se coloca en guardia desenvainando.

Veo a Kebren sujetando a Pontos tratando de hacerlo reaccionar junto con Myla.
Metis con evidente esfuerzo los cubre empuñando lanza y escudo. No se que podre hacer con mi cuchillo mas de medio mareada pero lo desenvaino.

Me parece como si nos precipitáramos a tumba abierta y este suspiro de paz es la pausa que precede a la tormenta.

Auristrata nos grita y ese es todo el aviso que nos dan los hados.

El grupo opuesto se he replegado y esta huyendo poniendo distancia pero aun restan algunos rezagados.
Una figura solitaria se concentra curiosa en nuestra direccion.

Es un individuo algo mayor, de mediana edad al menos, pues viste canas en el cabello y barba, un tipo afilado de rasgos arrugados, e irrespetuoso en la mirada cínica y perversa que nos ofrece.
Sus labios se aprietan en una lineas fina de diversión sarcástica, como alimentada por un negro chiste.
Un chico ansioso le comenta algo aceleradamente al oído con visibles ganas de marcharse con el resto del grupo.
Como si respondiera a su palabras el hombre medio sonríe y sin ningún otro ademan claro articula un visible 'ven' en griego sin sonido que retumba en nuestros cuerpos.

Lo que conjura viene o quizas es.

Parte del sorprendido cuerpo de uno de los viandantes que se derrumba en papel y heces y de repente ocupa un buen extremo de la calle.

Lo que es, es dificil de describir.

Como seres de imaginación articulamos criaturas coloridas en nuestras narraciones, criaturas reales aun pertenecientes a los sueños, criaturas comúnmente complejas de cuerpo hecho con piedras de la vigilia y sostenida por le argamasa de lo imaginal. A veces se apegan mas al mundo que transitamos despiertos. A veces son casi todo quimera.

Sin embargo también hubo una Era apropiadamente sellada con el olvido donde ni vigilia ni imaginal fueron lo que son ahora. Una época de desorden y vorágine que albergaba seres como el que nos estremece en este mismo instante con Caos.

No tiene forma, si buscamos contornos de materia o pensamiento, solo la certeza en los pelos de la nuca y el rabillo de los ojos, de que ocupa un lugar cuando se desplaza alrededor, en nuestra direccion. Esta a nuestra izquierda y nuestras piernas instintivamente nos pretenden alejar lo mas posible de su presencia.

Reconoces una pulsación del aire, repentinamente aterrorizado, y golpea con un espasmo de huracán y aparición, que proyecta a Líceo a la distancia y cae sobre Túcides, con una dentellada sin remedio.

Una rafaga de fuego de ametralladora enmudecida lo irradia dejando a la vista en la carne sus colmillos. Un jirón de pasado, otro de futuro, así mas, decenas de inversiones de las posibilidades contenidas en el tiempo de una respiración.

El movimiento contorsionado de la criatura se alarga dejando un cadáver indescriptible de lo que fue, seria o pudo ser Túcides en lo que resta de disparatada unión a su carne muerta.

Su estela de aristas derrumba el tiempo restallando como una cuerda que busca su nueva posición de forma espasmódica y cae como un látigo hacia nosotros.
El empeñon que recibo de Auristrata es tan intenso como el que le da Myla a Pontos y Kebren.
A Myla la alcanza de lleno en la espalda mientras Auristrata y Metis tienen tiempo de golpearlo con sus armas.

El estertor de la criatura es brusco y apenas por un dedo no me acaricia el rostro.
Percibo el hedor asfixiante del tiempo putrefacto y descontrolado antes de que existiera una orden que lo acotase de su capricho ciego.
Ahogo un grito que se extiende por todo mi cuerpo hasta que la criatura se desvanece como si no pudiera hubiera existido.

Despierta en un parpadeo, contemplo la mano envejecida de Auristrata y escucho la orden apremiante que me espeta para que me dirija hacia delante, hacia Myla.

Voy hasta ella casi deslizándome a gatas tan rápido que la alcanzo antes de que Pontos y Kebren se levanten y me imiten.
Contemplo el fluir de su sangre y la palidez de su rostro y no soy consciente de la herida traspasada hacia mis manos cuando la toco para curarla.

Myla y yo quedamos separadas en un aparte atemporal. No realmente fuera del tiempo sino tan dentro de todo él que no hay una linea única que transcurre sino todas las incontables facetas de aquello que no fue posible pero que se abalanza sobre el espíritu envenenado de ella por que ahí y ahora pueden ser.
La mancha de la mordedura se empieza a perfilar y gana peso que nos aplasta por que es ávida y así puede sobrevivir.

Trato de curar una herida que no esta por que mi saber se basa en una fuente superficial que es el cuerpo, y el poder de mantener el alma, la esencia de la vida unida a la carne, lo desconozco.

Sin embargo el hechizo, a pesar de la dificultad, esta activado, sin otro soporte que el puro aliento de mi convicción enfrentada a la herida que hace que el sesgo implantado en Myla también sea mio.

Es una guerra de voluntades e instintos no planificada que empieza a cuenta gotas pero que imperceptiblemente se incrementa y se inflama en una corriente de fuerza mental y física que derrama desde mis sellados labios una espontanea e ingenua plegaria de las palabras mas simples.

- Por favor Señora, Por favor Señora, Por favor Señora.

Me alcanza el instante en el que lo consciente y su entramado colapsan incapaces de sostenerse llevándose abajo mi vista y el resto de los sentidos.

Soy Myla con sus latidos cosidos a los míos y me crujen los dientes de apretarlos con el esfuerzo de mantenerlos vivos, sonando, mientras se desgrana una mancha de vejez o la salida de un diente o la hemorragia de un parto tardío en una madre demasiado joven.

El enemigo ha excretado una singularidad de repleta variedad de vida, pero desarticulada en un desorden vampirico que se alimenta de todo lo que le da energía.

Es un veneno tan completo y simple que es una trampa a la que reacciono inconscientemente de la única forma que se me ocurre intercambiando esos momentos de su cuerpo al mio, para apagar sus hechos con los míos, viendo si conformando una carnaza mas suculenta para el caos, el tiempo pasa lo justo para que el toque se disipe.

Sin embargo no cuento que donde nosotras tenemos unos limites que nos conforman esa cosa parte de un lugar sin esas trabas.

Me veo en los ojos de Myla desvaneciendome por el sumidero del amor propio y el agotamiento a una velocidad abrumante.

Me doy cuenta cuando llevo un rato sin parar de gritar.

Me dicen que donde yo conmociono con mi aullido Myla se transmite por su silencio vacío de respuesta.

Eso permite a Kebren salvar a Pontos noquenadolo antes de que se hunda con nosotras tratando lo que no es posible.

Creo que es Auristrata la que se acerca lo suficiente para ver como Joseph con perfecta Claridad.
Es ella la que nos toca de la única forma en que es posible hacerlo en ese momento: con palabras.
Casi estoy segura que es Myla, mas lucida, la que responde a ello y me habla y me asalta la duda de que no es la única que me susurra al oído.
- No puedes hacerlo - oigo que me intentan hacer entrar en razón con ternura.
- Las cosas nos desbordan...
- Dejalo - resuena tajante.
- Prometiste... - me recuerdan implorantes.
- Océano no se contiene en un cuenco roto
- Querrías tu comprender el misterio - sopla un voz severa.
- Lánzate... Desatate...Vuelve a tu Raíz...Coge. Lo...Que... Deseas.
- Solo si desafías tus oscuros instintos pasas las crestas y las olas.

Veo el limite por que Myla febrilmente me lo señala y me doy cuenta por fin del peso del dolor en mi cabeza y mis huesos y que como al pozo negro de Albora donde seduje al Blanco Dios Gusano, el palpitante y retorcido hecho de mi ser queda al descubierto mas allá de la barrera de ese mundo que alumbra criaturas como la que nos han conjurado.

Estoy ahí libre de entrar a través del alma de Myla a la voluntad de mi deseo y lo siento descarnado, brillante con su firme luz y viejo como cada una de las cicatrices con las que ha intentado acallar mi espíritu.
Mi Animal sonriente en sus formas extrañas de Diosa Omnipotente.

Hay quien reconoce los momentos en los que ir o en los que estar.

Yo me miro a los ojos, acechantes, mas alla de Myla y mas allá de la humanidad.

Veo a Myla que se muere y veo su esperanza en los ojos y no se donde la ve por que lo que yo veo en el reflejo es el Monstruo del Caos mas Hermoso y Estremecedor y Que veneraran todos.
Pero ella me reconoce en otra forma en este ultimo aliento.

Y es ella la que es poderosa y la que es hermosa y es digna y me quiere sin conocerme siquiera por que esta convencida de mi y me tiene fe.

Estoy casi tocando la faz del Caos sin Medida pero lo niego y alargo mi mano hacia ella.

- ¡¡Ven!!. ¡¡Liberate!!. ¡¡Regresa.!! ¡¡Se tu verdadera Dueña!! - un terremoto de sonido me interpela - ¡¡Reclamate y la podras Curar!!
- Unicamente el Abismo llama al Abismo - oigo a Myla.

No me enzarzo con el monstruo ni le doy la espalda por que se que seguirá ahí. Unicamente no lo miro y miro los espejos del alma de Myla con el brillo menguante en sus iris de limpio mar de verano.

Mi mano acaricia su cara. Mi brazo la envuelve. La acuno en mi regazo y es tan ligera como una mariposa.
Ya no me esfuerzo en reparar su herida, que ninguno de los presentes puede remediar, sino engañándose.
Myla, flácida en su espíritu como en su carne, también alarga su mano buscandome. Se la tomo cuando con dificultad roza mi cara.

Por segunda vez en menos de un día siento el peso de otra voluntad a través de mi esencia y no lo bloqueo aunque el dolor sea atroz y se disperse por mi redoblando cada gramo de su fuerza.

Me sostengo en su mano y esta vez el paso lo siento mas amable y mas tierno y amoroso, muy suave.
Myla toma la mano que me atraviesa convencida, con la verdad en su rostro, deja de mirarme a mi para mirar mas allá pero su labios me hablan a mi.

- Me prometiste... Me prometiste proteger a mi niña y Sé que lo cumplirás. Y Pontos...le...le...A...m...o.

Entonces su aliento no regresa y sus ojos grandes, claros y serios descansan en un rostro sereno.

Se cortan los hilos de mi visión y mi hechizo y su mente y su espíritu vuelan libres mas allá de mi a un lugar que no alcanzo a conocer.

Al recordar como ver, oír, y sentir me encuentro llorando silenciosamente sobre su pecho con las manos ensangrentadas hasta los codos y los brazos de Auristrata arrastrándome unos centímetros del cuerpo inmóvil donde mil astillas de tiempo confundido se precipitan a su extinción engulléndose las unas a las otras.

La mujer me abraza y me acuna contra su pecho y oigo sus palabras junto a mi oído.

- Cabezota, vaya si que eres realmente cabezota... pero... por la Madre de Todos - me abraza como si fuera una hermana impresionada pero jubilosa de poder dar el abrazo, su boca se aleja de mis oídos pero aun a la espalda la escucho murmurar - Me alegro, me alegro tanto de haber confiado en el juicio de Metis.
Me envuelve. Con un silencio reparador que le agradezco. Elocuente Silencio.

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