28/5/11

Ara (y lazo)

No solo vuelvo a Oxford por necesidad y atracción.
Hay una tercera y poderosa razón.
Cuando comenzó esta ultima aventura tuve un sueño.

La sensacion que me imbuye es que en esta isla antigua del norte podre acercarme mejor a su verdad.

¿Cual es esa respuesta?

Había una confusión de orientación y tiempo en el sueño.
Pero no de formas y tampoco de emociones.
Vi en el suelo o frente a mi un contorno dibujado en la piedra.
Cincelado quizás o tal vez excavado así por una huella natural.

Es grande, como un lecho petrificado en blanquecina roca, que mostrara la figura doblemente ausada de un ocho tumbado.
Como el infinito o la pupila de las ranas.
Transpiraba la voz de la diosa y me conminaba el mensaje sin palabras de su presencia.
Enlazandome con la sensacion de pertenencia a lo inframundano y manteniéndome al despertar el influjo de actuar, de rezar, de sacrificar, de oficiar y de ver mas allá y hacer ver.
Y aun No lo he buscado.

Las circunstancias conducían con urgencia a otros menesteres. Proteger, salvar, castigar y mas y mas.

Pero señora no olvido vuestro parlamento.
Ninguno de ellos, ya de palabras o de silencios.
Creo que el Ara que vislumbre esta en algún lugar que alcanzar.

Joseph me dijo que los antiguos megalitos de las islas poseen símbolos como el que me mostrasteis y aunque en el tiempo olvidados por el grueso de nosotros alguien debe saber mas.
Las rocas que conectan con los cielos, con los dragones, con los hijos de la imaginación y con las mujeres y hombres que una vez las pusieron y que aun hoy las conservan, residen en estos parajes.

Haré mis días aquí un peregrinaje por mi interior, contemplándome en el espejo de estos lugares singulares.
Escuchare a la gente, mirare atentamente, buscare la respuesta.
Respuestas sencillas que revelen otras preguntas obtusas.

En las noches trazare un arco en sueños para volver al Sueño.
El Ara que he visto es un símbolo de muchos significados.
Para cada momento importante, uno.
Es la eternidad.
Es el mas allá.
Es el sacrificio.
Es la serpiente sin fin.
Es los tres mundos.
Es un lazo.
Significa algo con lo que Charo nos ayudo a recuperar.
Debo no perder ese hilo de mi mano que me alargasteis hasta él.

Señora me lo enviaste y lo aferro con fuerza.
Me destruiría, abandonando mi puesto si no lo hiciera.
Cortaría el lazo que empieza y acaba en vos.
Y por eso os ruego, os suplico, o rezo.
Concededme la Serenidad, el Valor y la Sabiduría que me faltan.
Pues lo que es mio ya es vuestro.

Latin y Griego.

Estoy volviendo a Oxford.
Vuelvo para conocer mas.
Me he convencido definitivamente.

Están esas deficiencias que lastran mi instrucción en las cosas que me apasionan.
Iba pasando, hasta ahora, con las lejanos retazos de las enseñanzas de la adolescencia y retales de otros recuerdos y sueños.
Consistía solo, en esa opción que de vez en cuando iba rumiando, dentro de una idea general un tanto difusa, de seguir aprendiendo.

¿Pero no se puede aprender latín y griego en París?

La Sorbona, claro, dice que si pero, aunque respeto a la universidad de mi ciudad de adopción, se olvida de ciertos lagunas, que aunque le tenga cariño, no creo que me pueda colmar.

Oxford me ofrenda un regalo inapreciable.
Un grupo de gente con una mirada engrandecida, valiosa a mis ojos parciales, sobre las materias que dominan y de las entrañables relaciones entre sus miembros.
Mentoria y complacencia. Respeto y admiración mutuos. Amistad y camaradería.

Creedme, estoy decidida a aprender aquí, no solo por que atesorare conocimientos de latín siempre útiles y empleare y comprenderé una versión del griego menos procaz y mas culta que la que se filtra en mis sueños, sino por que quiero hacerlo bien, aprender y aprender sabiamente, apartada del aprendizaje como un mecanismo del conocimiento y mas cercana al rito de la vida que es.

Lo sé por que esta en él, lo reconozco en él. En Joseph la persona que me da otra razón de venir aquí.

Por esto también voy a Oxford. Por que él esta allí.
Y vale, tengo muy claro que esto no es una novela rosa y no es un juego adolescente de los que me monto.
Deseo dar los pasos despacio.

A mi si me atrae, y no hay mas remedio que poner a prueba la respuesta, para que las cosas se muestren, por que si esperas ver crecer un árbol tienes que hacer primero un agujero en el suelo.
Por primera vez en estas lides voy con la intención de ser adulta.
Deseo conocerlo. Observarle e intentar entender lo que siente y le mueve.
Percibir si esas partes que creo ver en él de honra, de sinceridad, de humor, de redaños, de mente cabal, de curiosidad, de espíritu, no son mis espejismos y dejar que la vida y sus elecciones sigan su curso perfectamente sabedora de que él sabe lo que desea y quiere.

Sin quitar que soy abiertamente sincera y que si no me lo propusiera de forma diferente no seria yo. Pero dejando de ser pueril.
Quizás lo único que llegue a pasar es que no le intereso así y gane un gran amigo.
Ciertamente, no se si le yo le atraigo o si a él le apetece.
Sigo siendo consciente de cualquier posibilidad

Lo único que me ha dado el tiempo y la Diosa para estos asuntos es respeto, paciencia, complicidad y disfrute. En ese sagrado orden.
Así me he dado cuenta que he de asumir para mi la existencia.
Asentada en la sencillez de estas cosas.

Carpe Diem. Carpe Noctem.

Mapas.

Dijo Tamiris y las gentes de la tierra lo aprendieron y casi olvidan:

"Cae el velo de Hades sobre la Tierra"

"Tiende el Puente de la Phylake en las Tinieblas"
"De las Raíces de la Tierra a las montañas"
"Muralla de la Antumbra sella el Horizonte"

Bradfield no lo olvido. Por tres veces lo grabo.

En papel. Resguardando lo enunciado en su diario para la posteridad.
En piedra. Tallando en su pared la Efemérides reveladora del tiempo justo y el lugar exacto de la confrontación.
En carne. Conservando el significado de salvación y amor en su corazón.

Este es el mapa conformado para el que lo desee ver y el que advierta el recibir su legado.
Aceptado confiere un compromiso que lleva hasta el final.
Es el mapa hacia el Futuro.
Cuando lleguemos allí...
Se revelara.

Milagro.

Los hechos extraordinarios no son un milagro.
En ocasiones conculcan casi la posibilidad de serlo.
Instantes acariciados por el aliento en verdad Divino.
Pocos sinceramente tocados de lleno por lo Altismo.

No sé si se ve la diferencia que cuenta.

La llegada de Pola en el ultimo instante en Perú.
La victoria en Eren Vej de consagrados y expectantes.
Le rescate de Albora y los reencuentros.

Muchas hazañas, gestos o combates físicos o espirituales en los que he participado han soportado el manto del hacedor y que yo recuerde también había sentido con tanta certeza y cercanía la presencia de su mano, como hoy.

Hoy no es distinto.

Estoy arrodillada en el suelo.
Limpiando el rostro fallecido de un hombre viejo.
Un hombre muerto.

Mirado en frio y en retrospectiva ha sido muy simple y salvaje.
Como no la primera vez, Charo clava su daga mítica que los emancipa, sobre el corazón palpitante que Anibal acaba de arrancar y, lo que otras veces permanece solido en la piedra y se precipita al infierno, esta vez se ha desgranado en polvo justo en la otra dirección.

Este es el hecho, pero no el milagro.

El icono que rige el minúsculo recinto subterráneo en el que se emparedo, parece sonreír tiernamente de verdad sobre la pausada voz de Charo confirmando que si, que no hay condena.
Que mas allá de la ardua, dolorosa y centenaria ordalía de aislamiento y socavo de la mente y el cuerpo y mas allá de la maldita elección que el hombre ahora muerto en el sucio suelo realizo, esta muerte, dura y verdadera, le ha redimido.
Que rompe el circulo, viciado con la entrega de las vidas de los mas amados y, lo que es mayor desafío, vence a la negación de las reglas del juego o bueno que impone unicamente la gran regla, la del verdadero amor.

Que rechazo ser un Dios.
Por el amor a Dios en todas las cosas, en inicio en las mas cercanas, en las mas queridas, en la de los seres queridos que mas amas.
Por verdadero amor a su familia.
Este es el milagro.

Se entrego sin saber que él se salvaría pero sabedor que así los salvaría a ellos.
Mujer, hijos, nietos o cualquier futuro miembro de la familia que en la eternidad le fuera siguiendo.

Eligió y eligió bien.
Ya esta... Diosa... es así.
No soy la mejor para opinar, al fin y al cabo los sacerdotes de este misterio son Charo y Anibal.
Habría que preguntarles también lo que sienten ellos.

Yo siento que el cuerpo de Hubert S.Bradfield es el de un santo.
Un santo pequeño.
Santo de un solo, único, y jodidamente difícil, pequeño de concepto y amplio alcance, milagro.
Deudor de una de las santidades que en verdad importan.
La de la intima religión de la familia y el hogar.
La de la Llama de Calor del Amor.
La santidad primera y la ultima en nacer.
Vencedora al Final.

Niebla.

Rabiosamente la niebla se come el sol.
Deben tenerle un pánico terrible por que siempre hacen eso mismo.
En la noche refuerzan la oscuridad.
En el día la recrean.

Que se genere pánico bajo el manto de este engendro esta ligado a su naturaleza.
He visto a la gente sucumbir a la muerte y mas allá al verse envueltos por su capa y eso te crea miedo.
No solo por que están cerca.
Si no por que son jodidamente eficaces en su atrocidad cuando la extienden.
Supongo que esa es una de las fuentes de su fuerza.
Alzados desde detrás de Todo ya no hay tregua.

Puede que el habernos enfrentado casi media docena de veces a ellos y seguir pudiendo contarlo merme el franco impacto del verdadero esfuerzo que lleva, mandarlos del escondite donde están, al infierno.

Si algún día, en vez de venir en solitario vienen de tres en tres me temo que no habrá relato.
Y luego esta también, el que no los puedes matar y ya esta.

Al menos parece que les cuesta decidirse a trabajar en equipo y la suerte es que hemos estado atentos y preparados y eso nos ha dado unos pasos de ventaja.
Ya afinamos las artes que los dañan.
Y mientras concentremos energías y voluntad y fe en nuestros interiores aun levantaremos las batallas acariciando lo milagroso.

Esta no es ni la mas fácil ni la mas difícil. Es lo que es. Otra gota de la lucha eterna.
Nada incruenta y no... no sin victimas.

Aunque mi Señora pueda tocar al tiempo los tres Mundos yo no soy capaz de resolverlo igual o lo suficientemente rápido. Sigo en medio. Con excepcionales destellos.
Fallo tratando de decidir y no llego a proteger a unos y a otros.

Al caer sobre nosotros la súbita tiniebla, esta chorrea y Charo conmigo en su ayuda la frena a fuerza del brillo del Sol traído hasta este otro lado. Pero entre los jirones de la niebla pululan monstruos.

Cuando la lucha comienza a rugir, y la luz hiere tanto como la garra y el diente agitado desde las sombras ya sabemos conscientemente que hay varios muertos.
Gente lanzada por las ventanas. Gritos de mujeres de terror ante la pesadilla.

Son la palabras, ahora, esenciales.
Poderosamente fuerte tiene que ser el convencimiento que brota de la boca de Marion para que Anibal no deje que el punto ciego de la furia de la batalla lo ofusque.
Las armas de esta cruenta guerra no son solo el filo y el derramamiento de sangre.
También juegan la contienda la tentación, el miedo y el caos.

Aun con las derrengadas criaturas del arsenal de los malditos alrededor; depredadores retorcidos de pesadilla y niños reptantes y que se mas, surgiendo de las esquinas oscuras; conseguimos mantenernos todos juntos y mas o menos ilesos y cobijarnos bajo el techo del hall de la mansión.
La casa familiar de los Starley, que poco antes era un pulcro remanso de calma, gruñe ante la ebullición del combate y el eco de las voces, los gritos y los gañidos. De los nombres sagrados y el roce de la danza del sol.

Nadie ceja y todos pelean. Niños, adultos o ancianos.
Nadie desfallece y todos mantenemos el circulo.
Entonces la voces internas se hacen serpientes que se enroscan con precisa ponzoña.

Es cierto que hay lenguas que no se pueden pronunciar.

Dude, Marion, en golpearte entre los ojos pero agradezcamos a la Protectora que no me dejara dañar tu mirada con el fuego. Te derribe, perdóname, pero era lo que había que hacer.
Hay una frontera hasta donde puedo dudar y donde no.

Siempre rozo el filo del abismo pero esa es la naturaleza de mi ser.

Es una angustia y un jolgorio que se vierten juntos hacia mi estomago continuamente desde la garganta, conformando una disputa que da el combustible que arde por siempre.
Recordándome que puedo desplazar siempre un poquito mas el empeño.
Es un continuo estado de excitación.
Un casi perpetuo roce de la verdadera Manía.
Esta en la fe de como acabaran las cosas.

Siempre hay un aliento para decir la siguiente palabra.

Las antorchas no se apagan al rodar en un ovillo de piernas y brazos y cuerpos por el suelo.
Los hechizos se mantienen con firmeza.
Los luchadores aguantan y cuando la niebla aprieta para estrangular la esperanza en nuestros corazones aun restan fuerzas para ser feroz.

El aire en los pulmones se transmuta en el canto entonado de la Protección, de la Gloria, y lo Divino en todas las cosas.
Se puede caminar en las notas pues conforman un empedrado que conduce a la luz hacia la oscuridad.
El camino por el que Cenwen y Anibal cabalgan y cargan en pos del choque primordial y repetido.
Un enfrentamiento que vuelve a tener el salvaje regusto de la victoria.
Un maldito menos espera su advenimiento.

Los detalles del como y el porque no los sé pero los puedo imaginar.

Pero no importan ya.
Importa la paz en el final.
La casa es una debacle, todo estos pequeños fuegos y el precioso mobiliario descuartizado, toda la confrontación y el destrozo que solo ha necesitado unos minutos.

Y estamos todos a salvo, en pie, respirando a través del rugido de la sangre en nuestros pechos y unicamente poseedores de algunos pequeños cortes y magulladuras, repartidos aquí y allá.
Por la gracia de la Poderosa y Salvadora encontramos a la cocinera, nerviosa e indemne, en la alacena donde se escondió.
El Sol vuelve a aparecer, sonriendo como la verdad, y para ser el centro de Inglaterra y finales de septiembre, sabe a verdadero portento.

Bajo el palio de su luz Charo y Anibal regresan de donde la Que Dirige les haya llevado.

Los niños, su madre, el abuelo Starley,... su hija Laura, nos miran con la bendición de la comprensión y el agradecimiento y el desvelo sutil que otorga la herencia de calladas historias familiares, sueños inquietos y un siglo de intuiciones que no se desvanecen bajo la huella del bisabuelo Hubert Bradfield.

También Joseph nos contempla, desde la profusión de la fascinación y la admiración y solo la Dadora de Luz sabe con certeza que otras maravilladas sensaciones mas recorren el brillo de sus ojos. Sonríe, tenuemente, como debe ser una sonrisa en este momento.

Dentro de mi también hay regocijo, él que se alegra de que todos los que pudimos proteger están vivos y que hayamos podido expoliar la niebla de nuevo y, aunque lo quiero expresar lo reservo, hasta que pueda mostrarlo con la sonrisa serena que aparcera cuando concluya el penúltimo paso.

No evitara que me este traicionando el brillo de mis ojos pero aun queda ese penúltimo paso.

Un ultimo Maldito resta en estos terrenos; el mismo que fue el primero en hollarlos.
Que si todos las pistas e instintos no se equivocan esta hacia poniente, oculto en la misma hacienda.
Ese maldito el cual hace surgir ese pero que acompaña a todas las respuestas que le apuntan.

Quien recopilo a Tamiris.
Quien se hizo un Usurpador.
Quien no borro su descubrimiento.
Quien desapareció hace mas de ochenta años.
Quien sus iguales buscan con pasión y vigilan.
Quien no ha muerto aun.
Muchas preguntas.
Básicamente una.
¿Quien?

Muchas posibles respuestas me bullen sobre lo que esta pasando.
Pero, sinceramente, ninguna tan buena como la Verdad Real.

Sangres.

El lazo mas poderoso es el de la sangre.
La familia es la piedra angular que lo sostiene.
Bien lo saben los malditos.

No pueden crear vida mas allá de la muerte.
Por eso la tienen que robar.
La toman con un sesgo de la Fuerza mas poderosa de la creación.
Del mayor Amor.

Es retorcido. Imaginar amar para penetrar el amor hasta tal exceso de negar al amado.
Es demente. Imaginar amar para enloquecer de amor tanto hasta apropiarse del amado.
Es vil. Imaginar amar de forma que deformas el amor en tal suma que al final no mueres por que vives literalmente en el amado.
Y es eterno.

Crean una espiral de inmolados.
Todos inimaginablemente amados .
Realmente no es Amor por que ellos ejecutan el otro extremo.
Para escapar de la muerte.
Ellos hacen el impío sacrificio del escamoteo de la sangres.
Sirviendo en el holocausto la del Otro cuando es la que debería caer la Tuya.

Es esta una blasfemia contra lo sagrado. Una paradoja.
Para ambiciosamente sacralizarse a Ellos mismos.

Es, creo, lo que sospechamos que Hubert Bradfield ha hecho.

Convertirse en uno de ellos.
Atar a los miembros de su sangre en el hechizo.

Pero...
Una pieza no encaja. O mejor dicho encajan todas pero entre la niebla no podemos ver y explicar que hecho es el que se precipita.
Joseph nos ha ayudado a conocer a la familia Starley. Los hijos, nietos y bisnietos de Bradfield.
El anciano Graham, los mellizos Gwen y Oliver, su madre Meredith o la enfermiza tía Laura.
Todo parece incólume.
No inalterado.
Con sombras.
Y sin embargo inejecutado.

Recuerda a la larga calma antes de las tormentas. Pero con dos polos casi demasiado unidos pero...pero...
Uno claramente Tenebroso. El otro... no tan claro.
Nuestro es el exiguo lugar a medio camino.

Preparo las antorchas, la yesca y el cuchillo.
Rezo por que imagino pronto Su Iluminación aquí presente.
Y bueno. No siempre es espera.
Quiero decir... Actúas, planeas, y tomas la iniciativa.
Pero siempre en algún grado estas esperando.

Cuando hueles o oyes o tocas la agitación íntimamente Crees y Confías. Y esperas.
¿Que exactamente?
Pues... La sorpresa.

Piedra.

Evensham...

La Piedra deletrea, tal y como una marca, cada silaba, reforzando las palabras que pronuncia en mis huesos, traductores en semejanza de su idioma al mio.
Y su respuesta la desmenuza Voz en Grito.

"¿Que soy?"
"Soy la Raíz del Mundo sobre la que Él se asienta"

Mi mano y mi brazo se arquean para terminar con el contacto directo, pero las voces de su Voz son una resonancia indefinida en mi cráneo, mi columna, las extremidades y el resto de cada uno de mis huesos.
Fugazmente, recuerdo que yunque, estribo y martillo son parte de ellos por que me hablan.

Me postro por respeto, por empatia, y por necesidad.

No es dolor y si lo es. Va abrigado de tantas muchas cosas que no conseguiría derrotarme en él.
Mi mano se abre y se cierra y se vuelve a abrir a escasos centímetros de su ordinaria superficie.
La Piedra es rugosa, oscura, mellada de vejez, y armonicamente distinta a las del resto del muro.
Peculiar, contundente, recia, humilde, simple.

Patente.

Agita la banalidad acumulada en sus proximidades para sacudirla como a las alfombras en primavera y alejar el rancio polvo y así, llanamente, confirmar estas paredes como un hogar y como... mas.

Tamiris recordó una muralla a la que esta la Piedra con la que he hablado, inscrita en el cobertizo de un hotelito en Evesham al que cual aves en migración llegamos, perteneció.
Es la Piedra que soporta al resto de rocas, a los fondos marinos, a los valles y a las montañas.

La narración de los hechos nos llevara hasta colinas cercanas. Hasta el trayecto de las arterias insoslayables de la sangre de los Dragones y la de la Tierra. Hasta la conexión entre el firmamento y a sus entrañas. Y hasta sentir, ver y experimentar su grandeza creciente, desligada de limites y en infinita magnitud.

Pero... si hubo un momento... si se transcendió el tiempo... si se desbordo el asombro en estas curtidas almas nuestras y nos inundo su rio imperecedero de henchido de inacabables destellos y si a unos les desencajo los ojos, a otros les cerro la boca, y a alguno les alzo en volandas, es ese instante.
En el pajar reformado de la casa de huéspedes de Amanda Brooks.
En el que a cada uno, a cada cual bajo su foco vital de percibir, la Piedra nos dio y da sustento y nos dio y nos da el punto de base en que apoyarse.

Diosa... Genio... Manos... Día...

El Ser del Principio constante donde asentar cada esencia importante que debe perdurar para que perdure.

Las que Anibal porta escritas y protege en su mano.
Las que nuestros amigos y familiares aman.
Las que ni siquiera son necesarias pensar en ellas.

Continuará hablando en el tintinear en mis huesos.
Ese que Duele pero no, que es tan extraño pero es mi urdimbre...
Tan estremecedor... Tan hermoso...
Tan, ya inolvidable.
Perenne.
Centro.

Diario

Este libro.
El misterio es este libro.
Los apuntes de Hubert S. Bradfield.
Mas que por sus oscuras palabras.
Mas que por su entramada simbología geomantica.
Mas que por la magnitud de sus significados.
Todos ellos son detalles alcanzables.
Siempre hay alguien que sepa leerlas.
Siempre hay alguien que conozca sus signos.
Siempre hay alguien que revele su alcance.
Pero es su presencia el enigma.
La mano hacia la luz que lo desenterró de su tumba de olvido.
Y no aludo a nuestras manos de mortales.
Eso es demasiado banalizar.
Seria como llamarlo un cúmulo de casualidades.
No creo en las casualidades si no en las elecciones.
Elegir es lo que mueve.
Después viene el azar.
Pero primero se tiende el puente.
Sobre piedra y no sobre el aire.
Y menos sobre la sombra.
Existe un tipo de luz en la tiniebla.
La que plantea el dilema.
'Elegiré bien o elegiré mal' no es la pregunta.
Si no Esta:
¿Me atreveré a elegir?
¿Con lo que sé?
¿Con lo que siento?
¿Con lo que ambiciono?
¿Con lo que temo?
¿Con lo que amo?
¿Con lo que soy?
Para que la elección mueva las trabazones.
Los velos que ocultan se desvanezcan.
Se reanuden las llamadas.
Para que los inexactamente llamados héroes vengan.
Y este libro vengan a nuestras manos.
Este es el misterio.
La elección.
Puede que haya repuesta.
En Evesham. En la hacienda Starley. O quizás en otro lugar.
O puede que no la alcancemos.
Ya sabéis. El azar.
Siempre después de tomar tus elecciones.
Pero únicamente como la sal de la vida.
Nunca un obstáculo.

Cafe.

Observo los rostros con discreción pero algo ansiosa.
Las personas que me rodean lidian a su feroz manera con el golpe.
Se contagia.

Arthur, el profesor Spangler, atesorara un tesón de acero en su espíritu, pero no quita que el sospechar que su mujer, Emily, ha muerto pueda con él.
Necesita un amigo, pues nosotros, aun con toda nuestra buena voluntad, no dejamos de ser una chocante banda de extraños.

Las chicas, se han resguardado en los cuartos de arriba e intuyo que buena parte es por la misma razón. Supervivientes, están necesitando ofrendas del apoyo, que de lo conocido.
La mancilla roza sus miradas , todas inteligentes, desquiciadas por el dolor de lo incomprendido.

La casa responde al mensaje de petición de refugio pero, este solo es un lugar transitorio mantenido por la fuerza del honor y la voluntad, sin las fortalezas del hogar.

Son de esas cosas que se saben. Y que mantienen el toque molesto de la intranquilidad.
Otra vez se plantea la espera. Al abrigo de una segunda taza de café caliente que tan bien preparan las preciadas manos de Anibal.

Bálsamo de los mortales, si; con ese poso de lo que perdura.

Acuno el mio entre las manos mientras miro.

Arthur y su amigo Joseph se ponen al día y supongo que se animan y consuelan en una habitación contigua.
Un punto a favor de Joseph Selkirk es que no se amilanado al presentarse en la puerta y haber sido recibido por Anibal como lobo. Creo que mitad se ha pensado dentro de una broma de su amigo y mitad es que los tiene bien puestos.

Los puntos a favor de Spangler no son solo de coraje.

Odio tener contenido el presentimiento de que su mujer esta muerta y tener la frialdad de circunvalar esa información con vaguedades mientras los cuervos de Morris lo comprueban.

Arthur parece un buen hombre. Joseph parece un buen hombre. Abel era un buen muchacho.
Todos: estudiantes y profesores, en esa clase, en ese circulo de amistades, han mostrado esa bondad. Esa buena pasta.

La parte endurecida sobre mi corazón y que roza el hálito de la Diosa y que acuna a los difuntos racionaliza los hechos con las estaciones cíclicas de la vida. Naces para morir. Esta ahí claro y cristalino.

Un ojo negro como el circulo perfecto de la taza de café en mi regazo emborronaría y en parte lo hace esta la verdad pero no ya con dudas. Con una sensación amarga y reconfortante. Oscura pero amable.
Quedarse con los dos extremos es de necios. Si, Naces. Si, Morirás.
Pero en el largo ínterin que parece que no notamos entre uno y otro instante vives.
Y es como lo haces lo que importa.
Como lo hizo y hace esta buena gente.

Escancio ese poso oculto para reconciliarme y seguir en la lucha por la vida y por la muerte como las experiencias enriquecedoras que son y no como la truncada tergiversación que siembran estos adversarios nuestros que la abominan.

Una vez calmados los nervios y purificados los pensamientos nos sentamos o dormimos o montamos guardia en la vigilia o simplemente caminamos en el crepúsculo de otoño para llorar en la noche.

Cada uno elige la égida que le mantiene de una pieza.

Yo no puedo dormir. Ahora no.

Joseph y yo trabajamos hasta la madrugada en las notas y datos de una miríada de información que siento que no va a tener mas utilidad que expulsar lejos a los fantasmas con una tormenta de energía especulativa.
Su disposición es conmmovedora y su confianza enardecedora. Logra que me mantenga espabilada, alerta y mucho mas deseosa de que no vuelvan a tocar a estas personas o a otras ni un pelo de la cabeza.

Es como furia sin ceguera, electricidad sin tempestad, la que sorpresivamente estuviera reforzando con sosegado impulso.

A ratos la geografía, la lingüística, la arqueología y los sesudos garabatos se me difuminan y me distraigo imaginando que estará pensando en el fondo él.
Sobre lo pasado. Sobre el estado de Arthur. Sobre el oculto mundo ahora al descubierto. Sobre nosotros. Sobre...mi.

Al amanecer cuando la noticia de que los allegados pueden ir a despedirse de sus seres queridos dentro de la tristeza que significa ese hecho una pequeña sensación de aligeramiento recorre mi coraza. Poder despedirse es lo que esta bien.

Veo marcharse a Arthur Spangler en la leal compañía de Joseph y también a las chicas, Sybille, Rebecca en común sostén, escoltados por el diligente Morris, otro tipo, en este caso cuervo, admirable.

Las ideas de la noche aun bullen en mi cabeza y se mezclan perfectamente con las emociones en mi pecho o en mis manos.

Calan en la amalgama de las decisiones a tomar para las próximas horas y los siguientes pasos.
Aquí esta, entre mis dedos, el diario donde reapareció el poema.
Ahí están, me digo, la Oscuridad, el Hades, el Muro, la Philake, el Puente y la Antumbra.

Respuestas sin encontrar y sueños sin encajar.

Voy a la cocina sin soltar las ultimas notas conocidas de Hubert S. Bradfield, posiblemente la ultima persona hasta Abel, que Leyó el mensaje, y rebusco en la cafetera.
Aun queda un poquito de liquido.

Me pongo una taza sin añadirle nada con una sonrisa.
¿Que mas pedir, que que se conserven estas constantes tan simples?
Si pienso y pienso con una sonrisa.
Seguirá siendo café.
Aunque este frío.
Ya nos calentaremos.
Mutuamente.

Cabaña.

Dos docenas de pasos antes de que la pueda contemplar ya se que esta aquí.
Se me muestra con su perfume acre y enigmático.
Vendrá después a mis otros sentidos pero antes que nada, siempre primero, es el olor.

Su Esencia. La Muerte.
Me saluda.

Es el instinto.
El de andar una pizca mas despacio.
El de apreciar embriagada la conmoción y el estremecimiento de esa inflexión familiar, como de amiga.

Encontrar, al llegar, el frontal de la cabaña despanzurrado por Anibal a un lado no sobrecoge tanto como la certeza de tenerme que agarrar a algo solido y frío que me mantenga firme en este momento.

El lugar, aparece entre los arboles de improviso, conectado a la metrópoli foránea por un camino serpenteante que se pierde fuera de vista entre la fronda.

La casa es típica.
No muy grande.
No muy rustica.
Con las justas vestiduras de madera para luchar contra la humedad y el frío y con una solida chimenea para vencerlo.

Sin embargo, desprovista de su acceso principal, se remarca lo lúgubre de la escena en su intimidad.

Charo se afana en librar las ligaduras del profesor Spangler mientras Anibal sofoca con su mole a alguien que aun tiene los redaños de patalear.

Los cuerpos de Clarice y de Abel reposan en el suelo alfombrado inertes.
Sobre las paredes Harsicha y Rebecca aun cuelgan amarradas.

Son sus cuerpos muertos, lo sé aunque insista en comprobarlo.

La marea de emociones a tumba abierta se rasga contra los acantilados de hielo y pedernal que he educado.
Las olas rompen.
Vociferan.
Que no callen esta bien.
También que no me inunden.

Hay noticias que preferirías retardar o que su hecho se pudiera evitar.
Sin embargo...
El corazón de ella no late y la respiración de él ha viajado lejos.

Lloro por dentro en oleaje rompiente. No lloro por fuera.
El acantilado es un equilibrio en el que estoy en medio. Eso he aprendido Madre.
Como buena hija de la Encrucijada.

Mi sabor en la boca es bueno y es malo.

La crueldad seria insoportable si los hubieran mantenido con vida tras haberlos retorcido tanto.
Han partido.
Caminan en la dirección de su próximo gran enigma.
Libres.
Gracias, Madre.

Aunque Charo me asegura que todo esta correcto, les dejo un rato besar las monedas.
Están a medio camino y todo el mundo ahí estima el apoyo. Aunque no sea su creencia.

Cuando me alzo en dirección a Harsicha, Rebecca y Arthur Spangler, aun truena el lloro en negro por dentro, pero enjuago esas lágrimas sobre el pilar de entereza de mis credos, y me centro en los vivos.

Es una media mirada, no armonizada, entre la mecánica del conocimiento medico puesto a servir a las heridas de las torturadas manos de Harsicha y los golpes crueles en Rebecca y la irrefrenables preguntas de la imaginación que te viene, sobre si estos muchachos, vivos y muertos, tienen padres, hermanos y amigos que se preguntaran estupefactos que es lo que ha pasado y tendrán muy difícil una respuesta que encontrar.
A ratos me viene a la cabeza Sybille que espera y me pregunto como ayudarla con la triste nueva.

La medicina es fácil.
Al final aprendes una física de movimientos y procesos simples que se aplican sobre el hueso y la carne.
Curar no es así. No es un espíritu roto una mano rota.

Y no se me da tan bien. También lo se.

Harsicha es la que esta peor.
Es la huella de la inhumanidad feroz y desalmada en ella.
El dolor empieza en el cuerpo pero lo que es atroz es que atraviese las defensas del espíritu rasgándolo por la pregunta de por que me pasa esto.

Estos hijos del reverso la han perforado con la tortura.

Sera arduo y delicado y no conozco el resultado final en el que algún momento el shock y la disgresión se superaran.

Rebecca y Arthur al menos, están mas indemnes, a expensas de las perlas de preocupación y estupor sensato, que si no existieran si seria inquietantes.

Apenas pasan unos diez minutos cuando nos ponemos en marcha hacia la furgoneta en la que vinimos, mientras Marion y Anibal interrogan al bulto insignificante bajo su forma del Lobo de los Espíritus.

Ya ha sido suficiente y no tiene que acumular lo que venga detrás.
No por ellos.
!Joder¡ Ni si quiera es uno de los Contestatarios Verdaderos, él y su difunto colega no son mas que acólitos, pero cuando en la calma del bosque me parece oír resonar la lengua maldita se me envara inevitablemente la espalda.
Me inunda la agitación que mezcla el deseo de huida con el de luchar.
Pero no eran ellos. Aquí no.

No les concedáis vuestro lamento. Son los monstruos que se escudan en la niebla para atacar, y lo son por elección.
Peligrosos de por si por su insensibilidad hacia el resto de la especie humana y mas por la sorpresa de que posean el mismo rostro que sus victimas.
Tampoco pararos a pensar si somos mejores o peores.
Sencillamente hay que enfrentarlos pues el mundo tiene otra evocación cuanta menos presencia hay de ellos.
Ella huele distinto. La Muerte no se atavía con esto.

Aunque sé que aquí no acabado y por que sé que lo hará con derramamiento de sangre, me uno a los supervivientes y pongo rumbo a la casa franca.

Kilómetros y pensamientos.
Necesitamos café.
No es sera el que hace Anibal pero estará caliente y amargo y descargara ese derrame de peso mundano en nuestros estómagos.
Sera como una lluvia densa que se llevara algunas dudas por algún momento.
Algo simple y férreo en que soportarse.
Diosa si que lo necesitamos.

Solo espero, mientras volvemos a Oxford, que alguien piense lo que yo y le pegue fuego a esa cabaña.
Que lo purgue todo con las llamas.

Poema

Los versos riman en Oxford.
Se disimulan entre los ancianos edificios.
Una parte es su resonancia. El eco una raíz de su progreso.
La voz de base es la campana.
Los detalles, el revestido de una voz.
Una sobre todas las demás.
La tonalidad de la Llamada.

La señal que nos convoca.

Que también nos guía.

Es un manantial entre los patios y construcciones de la Universidad.
Arropado entre los colleges y los desprevenidos alumnos y profesores.
El Fuego primario, en un hilo de pluma al que seguir, apunta a una ventana.
El amor y la preocupación de una muchacha del campus, a un nombre.

La cristalera pertenece al aula de Griego Avanzado.
El nombre es el de uno de sus estudiantes; Abel.

Esa tarde, en el anochecer penumbroso, en la clase se planteo un reto. Era una apuesta realmente, como cualquier otra pequeña broma entre dos viejos amigos. Seguro que en mil otras ocasiones mas, hubiera pasado inadvertida pero, como en este universo no existen las coincidencias, ese martes vespertino adoptó el matiz que no se le esperaba.

Había cuatro alumnos mas, probando a vencer la prueba en sus venerables pupitres. También estaba el profesor. Y excepcionalmente también estaba ella.
Fue el bueno de Abel el que encontró la excitación. Las palabras, sobre todo los versos no pronuncian y ya esta. Incluso un millón de traductores mas hubieran interpretado las voces, articulando sonidos con vago recuerdo a lo expresado. Pero contagiar su significado a las propias... Para eso debes estar tocado.

He estado sentada en su silla. He rozado sus emociones y sentimientos a la par que acariciaba esa madera tan historiada. Este es un lugar cargado de narración. De los cuentos de tantas vidas.
Esa efervescencia, que aupa al que ensalza la llamada del cuerno o al que sustancia el sermón pronunciado desde la montaña, prima por encima de las ya meras anécdotas.

Tengo mi intuición pero voy a dejar a la verdad expresar su mirar. El porque ahora y el porque él, se entreveran la perfección en unos ojos de color algo dispar, la pasión por lenguas ancianas que no muertas, una sonrisa tímida pero muy cálida, el eflujo de la victoria y un bosque de bucles de cabello oscuro. Quizás sean las mismas palabras, ininteligibles para mi a través de su avalancha de emociones, que captan, muy presentes cuando al final se declaman, oportunidad, lugar y persona.

Como los roces de una certeza mayor con cabida entre lo que se puede contemplar. Te pone la carne de gallina y no sabes por que. Lo entiendes y no sabes por que.

El poema es en la boca, pero vive por el corazón y viene en la aparición preciosa del Aedo.
Bajo las hojas del destino Abel lo es. Aunque las rimas las escribiera Tamiris.
Cuando las pronuncia Abel, les da de su propia existencia. Creativa. Pasional. Enamorada.

Por ello se sostiene en el aire. Invisiblemente agarrada a los objetos y las personas.
La vibración nos atrajo hasta el lugar y la situación.
Sin cejar por que es como Charo con la campana.
La llamada en instante eterno.

Que ahora se que dice:

"Cae el velo de Hades sobre la Tierra"
"Tiende el Puente de la Phylake en las Tinieblas"
"De las Raíces de la Tierra a las montañas"
"Muralla de la Antumbra sella el Horizonte"

Ni el bueno de Arthur Spangler ni el bueno de su camarada Joseph podían saber. Ni el propio Abel ni Sybille ni nadie en esa clase. Ni yo, ni Charo, ni siquiera las Sibilas. Nadie. Nadie podía.

Ese era el ardid del misterio. Incluso para que los Malditos no lo supieran.

La clase se resguarda en el silencio de un jueves por la mañana.
Pero vibra el toque. Canta un poema, recita una canción. ¿Ves ese regusto que queda cuando has terminado con el sonido pero sabes que no con la melodía? ¿Ves que forma parte de ti?
Ahora se oye. En todas partes para los que tienen oído en el alma.

Para Ellos también.

Los buscan. Lo descubrimos en nuestras rápidas pesquisas.
Posiblemente ya los tienen.

Una clase entera. Seis jóvenes y un profesor. Y su mujer. Y su mejor amigo.

Andamos de acá para allá, revelando historias inquetantes y encontrando a aquellos que la Diosa ha otorgado otras encrucijadas con las que mecer su existencia diferentes a los de aquellos que no encontramos.
En la biblioteca se presenta Sybille, que busca a su querido Abel, con decidida preocupación.
En la casa de Spangler al joven amante de su mujer, Phillip que tambien sufre la misma desazón, pero nacida de un repentino rechazo.

Sus charlas nos aligeran las pistas. Nos dan el siguiente recodo del sendero.

Sin embargo estas no son las señas de la victoria si no las de la reconquista. Acción y lucha en el futuro próximo y gentes dedicadas en cuerpo y alma en la contienda.

El hilo nos conduce de nuevo. Pero ya no es de fuego si no de humo. La canción vibra pero no nos dice si llegamos a tiempo.
El único saber es que estamos bajo su influjo de redención, rescate, y cruzada.

No lo reconozco así en su momento, pero navegamos en la niebla.

A plena luz del dia se presenta el terror y el resquemor.
Apuntado en la dirección de un bosque cercano.
Pintado sobre la cabaña alli escondida.

Campana

Tañe el eco.
Tañe el bronce.
Tañe la campana.

Cenwen tañe la Campana.

El eco nace de su mano.
Desde proa, junto al mascaron.
Reclamando respuesta de sus hermanas.

Estas no la abandonan.
Desde los jirones de la tierra.
Desde semillas embarcadas en el mar.
Invisibles tras la Niebla.
No como el deseo del Adversario.
Alzan sus voces unas tras otra.
Pronto todas a la vez.

La Campana tañe y tañe.

A través de la ceguera sobre el Mar.
El Sol no es bienvenido mas allá de las Brumas.
Cercena un País a lo desconocido.
Fortifica la Oscuridad delante.
La protege con nefanda voracidad.

Cenwen tañe.

Contempla la popa de su nave.
Donde se muestra sin reticencias el Hombre.
El Comandante al mando del timo.

Su rostro es una Mascara.
Labrada en puro Oro y Filigrana.
Impresionante por su arte.
Imponente por su portador.
Ojos mortales en marco dorado.
Con una mirada como el Sol.
El equilibrado opuesto del arcano al Otro lado.
Ojos también desconocidos.

La Campana Tañe.

Junto a sus hermanas Llama.
Cortan la Niebla con ecos sobre ecos.
Llaman y siguen llamando y no cejan.

Las voces del metal convocan a las humanas.

Mujeres y Hombres dispuestos a librar su papel en esta reconquista.
Barcos que avanzan en la fosca abrazados a las estrofas entonadas de un Poema.
El verso que nos lego Tamiris, el bardo, antes de que le ahogaran el talento las musas.

Un Poema que cayó dormido.

Hasta que el Pájaro entro por la Ventana.
Hasta que el mensaje resurgió.
Hasta que otro bardo lo leyó.

Tañe la Llamada.

Pajaro.

¿Haces arte simplemente cuando respiras?
¿Creas una vez que tu expresión se indistingue de tu alma?
¿Lo encuentras o es de esa esencia la que esta hecha tu vida?
La respuesta es la Magia y su tono es sutil y sin estridencia.
Como que una pluma puede ser Oro, y al tiempo Fuego, y claro una Pluma.
Sin perplejidad es ese el hecho.
Ese el corazón del asombro.

Surcó esta noche los espacios nocturnos un Pájaro de Fuego, con la capacidad de ser invisible excepto para aquellos inflamados con la visión de la Llama, inflamado desde su origen en camino para dar un mensaje como así fue dispuesto por el librador.
El mismo emisor que lo recibe a través del tiempo.
Y como no el espacio.

Un Pájaro con un recuerdo. Como un recuerdo.
El de un tañido. Sonando y no Solo.
El mensaje es el recuerdo.
Cenwein... Charo recuerda la Campana.