20/9/09

Las Metamorfosis (ix): La Sangre / El Filo / La Sangre

Cegada por la luz al final se me impone un trueno que ruge sobre el pequeño mundo al completo que nos encierra a los cuatro. Sin embargo no es un rumor de fuera. Late con fiereza sobre mis venas con sumo estrépito invasor. Converge en la boca de mis oídos y convierte el haber sido entregados, hace un instante, bajo las calientes aureolas de los focos de la representación, en apenas una minucia.

Posee el vago aspecto de una respiración falta de labios o de aire.
Aun así es intensa como para ocuparlo casi todo.

El perturbador hecho de que apenas veo a mis amigos: Charo, Pola, y Anibal bajo el duro peso de esta luz pegajosa boquea, bajo el palpito, como el pez fuera del agua agoniza improbamente pero es solo si se le junta con el trance de que me es imposible encontrar a Marión en ese mundo fuera de la pista perteneciente al publico expectante, que se torna en una sensación que se niega a extinguirse.

Y sin embargo quiero con todas mis fuerzas que no este ahí.

¡Por la Diosa que la saquen de aquí y no se lleve esto a su memoria! ¡Diosa ella ya ha tenido su parte! ¡Librala de mas!
¡Diosa que se los lleven a casa a todos sanos y salvos y no rotos!

Apenas puedo pensar inmovilizada por algún tipo de magia pero lo que me enmudece boca y mente esta en mi pecho.
Los ruegos son vagos gritos de silencio en entre los huecos.
Apenas puedo pensar ni en las pequeñas cosas importantes de lo inmediato.

La Sangre roza algo mas que mis venas reverberando.

Mis ojos miran. Pasan y repasan de uno a otro y no se lo que me acude a la cabeza. Es todo ruido.

Creo que quiero empujarles. Entre los golpes de címbalo entre mis sienes y sobre el estomago deseo sacarlos de los círculos pero no sabría ni por donde empezar.
Mis pies son raíces y las manos gelatina que cimbrea. Mi espíritu vacila.

Nuestras jaulas de luz son cinco y en el quinto ovalo aparece Onire.
Su brazo completado por su magnifico Labris. La luz lo saluda con trazos lechosos.
Nos lo enseña en casi su máximo esplendor.

La Sangre cabriola dentro de mi de frenesí desbocado y por fin atrapa al resto de sonidos.
Tiene toda mi atención y su atención es esa.
El Trueno antecede al Relámpago. Aquí. Ahí. Es lo mismo.
Ya esta. Lo siento. Es Esto. Ese Filo. El Filo.

Onire enarbola el Hacha con la que una vez enfrento a Eugen triunfante sin lucha.
Las fechas cambian y hoy esta alimentada de Diferencia.
El Filo. Nunca. Es. Lo Mismo.
La Savia del Mundo brama por que los labios de la Hoja se abren para comenzar su parlamento de Transformación.

Onire lo mueve. Onire nos lo lanza.

Camina su vuelo con huellas de danza invocada y mi imaginación o la realidad me convencen que los compases que escucha y sigue son iguales a mis latidos.

Primero atraviesa a Anibal como siempre intentando detener lo inevitable. Sangra. Eso lo veo. Después...

No miro ya el Filo después. Solo a él, Anibal, sacudido por un instante. Cualquiera de nosotros hubiera podido ser. Solo habría cambiado el nombre en mis labios y la flecha de mi gesto, el esfuerzo de mis manos.

Me alcanza con un sesgo certero de parte a parte del cuello. Por un centelleo le precede el mas sustancial silencio.
Mis labios se congelan con su nombre en un eco de voz carmesí de desvelo que es todo y lo ultimo.

La erupción del estallido y la derrama del magma primigenio lo borra todo muy, muy rápido.
La Sangre que fluye y se disemina por doquier.

Sangro.

¿Pero por que ahora?

¡Maldita Sea!

Trato de taponar el reguero apretando las piernas pero sigue fluyendo.

¡Maldita Sea!¡Maldita, Maldita, Maldita!


Me muerdo el labio. No puedo mirar al frente y si solo abajo.
La falda se esta tiñendo con un extraño halo oscuro.

¿Por que ahora?¿Que hago?


Alguna de las otras chicas ya lo han pasado y dicen, por que se lo han oído a sus madres y sus hermanas mayores, que esta es la macula del castigo por el pecado de Eva que llevamos todas.

¿Y por los pecados propios?¿Si por el mal lejano sangramos que pasa con el cotidiano?

Mi amiga Magdalena me dijo que es la forma natural del cuerpo para prepararte. Para que el cuerpo pueda recibir la semilla varonil y crezcan los niños. Es la marca de las madres.

¡Yo no quiero esto, sea castigo o preparación!
¡No ahora!¡Maldita sea, no aquí, en medio de Latín!
¡Maldita!
¡Maldita! ¡Maldita Sea!
Solo quiero que pare.
¿Por que ninguna me ha dicho lo que hay que hacer?

¡Que pare de mancharme el uniforme y se desvanezca!
¡Que no lo vea Sor Angustias!

Bajo la mano disimuladamente y la pongo en la entrepierna.
No ha parado. Cada vez esta mas roja y esta mas caliente. Me mancha los dedos. Sudo. Tiemblo.

¿Y si me muero por los pecados de Eva?
¿Me puedo desangrar hasta que no quede una gota de sangre en el cuerpo por eso e ir al infierno?

No para. La mano. El puño en la tela. Me hago daño y no sirve de nada.
Debo tragármelo. Tragarme mas vergüenza de la que creía poder acumular. Necesito pedir ayuda, aunque sea en este lugar odioso lleno de extraños que me desprecian.
No puedo dejar de llorar de miedo y humillación pero levanto la otra mano en medio de la clase.

- ¿Si señorita, Unzaga?
- ¿Sor Angustias? ¿Yo...? - algunas de las otras ya se ríen.
- ¿Si? - su mirada es como un nudo. Me voy a morir.
- Sor Angustias. Esto sangrando. Por abajo - las risillas son crueles sobre todo al darse cuenta de las lágrimas - Me estoy manchando.
- ¿Y eso es motivo para la interrupción niña? ¿No te dijo tu madre lo que debías hacer?

La mano en alto tiembla muy poco, pero casi me muerdo la lengua de furia.
Mi madre esta muerta. Ella lo sabe. La mate al nacer. Todos me lo recuerdan.
Padre. Los Jesuitas. Las monjas. Las otras chicas.
No les gusto. No sé por que. Y tampoco por que son crueles.
Quizás es mi castigo como el de Eva esa marca.
Pero si es así de su crueldad no nace el arrepentimiento si no cada vez mas furia.
Me cuesta mucha agonía seguir la senda de Job. Pero lo intento.
No bajo la mano ni me tiembla la voz.
La miro fugazmente a los ojos.

- No Sor Angustias. No lo se. - soy humilde y trago sapos.
- Esta bien. Primero ve a limpiarte. - Señala la puerta del aula con el dedo y luego fulmina con un leve gesto de cejas a Magdalena - Que nadie es mueva. Puede ir sola. No se va a morir y a vosotras os quedan dos declinaciones.
- Vete. Límpiate ese desastre - señala el derrame de chorreones que es patente al levantarme con las manos en el bajo vientre - En cuanto termine la clase iré a verte al cuarto de baño.

Salgo andando tambaleante.
Sudo. Me duele. No sabia que Duele.

¿Por que duele tanto? ¿Por que duele todo?

El cuarto de aseos esta desierto y hiede lejía fuerte.
Estoy mareada. No paro de sudar.
Me duele mas y mas. Desde abajo. Sube.
Me entran arcadas. La sangre no para de fluir.
Aplico una de las toallas borrando en escarlata el escudo escolar.

¡No para, por Dios! ¿Por que no para?

No puedo detenerlo y empeora por que empiezo a vomitar.
La sangre salta danzarina por todas partes. Por la taza y por el suelo cuando del susto me tiro para atrás.

¡Joder!¡Estoy sangrando por dentro!
¡No solo por dentro!¡Por las uñas, los ojos, la nariz, las orejas, la piel!

El espejo me devuelve el tormento mas horroroso de miedo y pavor antes de que me desplome.

Cuando me despejo me veo desde seis pies del suelo lo que ya seria raro si no fuera por que me es mas insólito verme en allí tirada, recuperándome vertiginosamente.
La que soy yo pero no estoy en ella se levanta sana como una manzana y muy sucia.
Mientras me marcho lo arregla y limpia todo con una habilidad y presteza que nunca he poseído y se marcha sin mirar nunca atrás.

El cuarto de baño de Loyola se desvanece cuando recupero la vertical.

Parezco tan pequeña en este sitio tan inmenso que no puedo reconocer.
Al fondo hay una luz muy intensa, como si fuera gruesa y vieja y tuviera dedos, brazos y regazo cálidos y sé que es allí donde tengo que ir.

Pero alguien me toma las manos. Por cada lado una.
Son unos tipos bien extraños por que parecen celestiales como ángeles pero no como los de la capilla de los Santos. Tienen bigotes y barba y uno parece un mosquetero de las novelas que leemos a escondidas en el fumadero.
Si, es como mi Athos. Noble y valiente. Algo apesadumbrado pero guapo. Mi favorito.
Son guapos. Y ángeles. Seguro.
Por que si he pasado lo que ha pasado estoy muerta ¿No?. Y no sera raro que a los muertos los recojan los ángeles.
Y son muy guapos para ser demonios.

Los demonios son horribles todos los saben, ¿Verdad?


No decididamente son Ángeles. Mis Ángeles.
Bueno puedo estar segura pero mejor es preguntar.
Muy cortésmente. Por supuesto. Por si acaso.

- ¿Disculpa?¿Estoy..., estoy muerta?
- No, no lo estas. No te preocupes. - contesta el mas joven mirándome fijamente. Creo que con cariño.
¡Caramba, que joven!
¡Repampanos! Este debe ser mi Ángel.
Mi Ángel de la Guarda, ahora que lo pienso.
No se por que me es mas familiar. El otro parece mas serio.

- Vale.

Asiento con fuerza y los miro antes de ir al frente.
No es que me conforme es que confío.
Me tienen de la mano y me siento genial.
No hay mueca de dolor si no sonrisa en mi alma.
puedo ir tranquila allá a donde voy.
¿Que puede pasar?
Bueno...
Quizás...
Que me empiece a ruborizar.
Pero eso no es malo.
Es lo que me pasa siempre.

6/9/09

Las Metamorfosis (viii): Mi Onire / Las Manos

Mi Onire. Nuestra Onire.

Nunca ha sido significado de posesión si no de relación.

Para Charo es su nieta, como para Jeriko su hija y para Pola la conformación en este mundo del eje, el Alma del Mundo.

Onire nunca ha sido el apelativo con el que definir lo que crecía en la Torre si no, el nombre de esa amiga que crece junto a ti al mismo tiempo en el que tu también creces.

Mi pecado, si así se le puede llamar a mi falta de perspectiva, es humanizarla demasiado para la certeza evidente de su naturaleza diferente, pero es un pecado nacido en la medida del mundo tomada bajo esa lente de mi misma con la que he construido siempre mis percepciones y crea la visión distorsionada que tapa los hechos.

El ser una neurótica neófita se ha me dado siempre muy bien, tanto como cuando empezaba a hablarle a las paredes que ya conocía despiertas como, en el continuo grado de crecimiento del contacto cuando se presento ante nosotros con sus formas de niña.
Sin embargo lo que empieza como un juego de mi carácter, se ha ido transformando o tiznando de una responsabilidad firme mezclada con un cariño sincero, hasta acabar por completo con la frivolidad y hacer de sus sensaciones mis sensaciones con muy poco esfuerzo.

Hacerlas mías que no entenderlas.

Es Pola el que de una manera sutil ha ido filtrando en su ser el conocimiento labrado de Onire. Desde su viaje iniciático a miles de kilómetros de ella en el Himalaya, hasta ahora que no necesita estar junto a ella para tener lo que significa dentro.

Esta claro que no las entiendo, pero sentirlas...

Las siento, aunque no constantemente, pues la empatía junto con el amor sincero es de esas cuentas pendientes en las que aun me intento imaginar hasta que sean realidad.

Queda menos de una hora para la medianoche y aquí me encuentro en la antesala de una ceremonia y representación de actores y espectadores cuyos papeles creo se van a confundir, contemplando como nuestra niña se acerca de la mano de un hombre de aspecto familiar con pasos calmados.

Viste como la recuerdo, con sus trenzas y atuendo de india bronco, aunque parece mas joven que la ultima vez que yo la vi.

Como decirlo, esta distinta aunque siga sacando a flote las sensaciones de tantos momentos de las que hemos sido participes. Es distinta por que a mi ser le recuerda a una criatura libre, que ha abandonado la matriz que le dio vida y que se dispone a conformar la suya propia en la bendición del recién nacido albedrío.

Saber que no estará sola en su viaje y que eso es lo que quiere es lo que en este momento me preocupa y es lo que conduce mis pocas palabras.

Le pregunto por su bienestar. Por las emociones y los sentimientos que le abordan, siendo consciente de que están bautizados en que no es una persona si no, una de aquellas entidades que la caravana de ángeles del padre de Xavier, aquí presente, guía y protege.

En nuestro intercambio de palabras me tranquiliza sobre la ventura que esta escogiendo y sus deseos y sobre el estado y destino de nuestros amigos ausentes. Marion y Xavier estarán con nosotros lo que me llena de esperanzas con muy pocas sombras de desasosiego.

Después hablan de mi, sobre todo Pola y Charo.

No se lo que va a pasar ahí dentro pero si siento que sera lo acordado.
El cuatro de la misericordia es el que luce en mi entrada y pero también es mi marca desde hace mucho mas tiempo.
También es el signo representante del cumplimiento de lo acordado y si, Hesed sella mi existencia hasta el limite de inscribirla en la piel de la torre, y por ende de Onire, aquel día en que su vasija de fundamentos se abriera como Onomasticon para llenarla, no tengo el derecho, hoy, de tergiversarla con suplicas y con dudas.

Las manos de Onire parecen tan desnudas sin su arma, en el primer vistazo, que crees que están vacías pero hay mucho mas en ellas que lo obvio. Cada uno pusimos retazos del mundo de nuestro puño y letra, regados incluso con hasta partes de nuestras almas en algunos casos.
Yo lo hice por María y Karel, solo por la sensación de falta en que su aliento no estuviera de algún modo, también, por su ausencia.

A menudo, ultimamente desde que se llevaron a María, pienso si hice bien.

Veo esas manos imbuidas con aparente levedad y oigo las palabras concisas y valientes de Pola en mi favor y las de Charo mas directas y vehementes y el poso amargo de resinación se disuelve, no mas por que como Charo dice hay fe y no ciega como ella apunta.

Nunca ha sido un trabajo, una prueba o una penitencia hacia la redención. Ha sido mi vida extendiendo sus ramas. El por que y el hacia que es una comprensión de la que no puedo dar esclarecimiento.

Todo tiene una razón aunque sea misteriosa.

Si mi muerte me espera al otro lado del entoldado, y creerme no la siento fuera de mis hombros, no puedo mas que no tener miedo.

Aunque no quiero morir es por otras cosas mas preciosas que te ofrece la vida y que la muerte no te roba si no de las que te separa por un tiempo. Tiempo que se aplicara de otro modo, si, pero que no es mi voluntad el que lo forma si no otros aspectos fuera del deseo.

Como el nacimiento te da pies, la muerte te da alas. Los atributos de una parte y otra son distintos pero su relación con el camino la misma, la una para el firme suelo y la otra para los cielos abiertos.

Me ha gustado ver a Onire otra vez. Libre. Transformada. Creciendo.
Dedicada a una realidad que la emancipa y que confirma con cada cruce de nuestros ojos.

Se abraza unos dedos con los otros y sonríe. No cuenta lo que va a pasar luego.
Mis ojos sobre sus manos hablan de los enigmas de la redención y la salvación, no de la muerte si no, de algo mas definitivo como es el mal y la oscuridad y la inexistencia.

Nuestras personas, corpóreas aun al fin y al cabo, se comunicarían esas emociones con palabras pero no me quedan argumentos mayores que los expuestos, y reconozco que solo podría adornarlos y mas allá casi seguro envilecerlos con mi habla.

Pola tiene sustancia, Charo ímpetu y yo... yo me pregunto si he tenido tiempo de descubrir mi Canción.

Ahora que Onire me mira antes de ir a su puesto en la ceremonia y que da su primer paso alejándose, no me doy cuenta de mi sonrisa y del tono cálido del silencio. Pero se quedan en mis recuerdos.

¿Quien sabe lo que ocurrirá allí, puertas adentro? Pero nada me borrara que la quiero y que los acontecimientos se libraran en que ella también nos quiere.
Puesta a la liberación de todo mal, grande o pequeño, lo hará con amor y misericordia.
No sera horrible lo que me pase, aunque se vista de Muerte, y entiendo que nunca lo ha sido, solo que yo debía llegar a este momento.

Estar en sus manos es la vida aunque con esas manos me mate.
Aunque esta noche muera.
La muerte no te devora, es justo al revés. Hace el camino inverso desde sus manos, las mías, las de todos.
Planta una semilla que de otra forma no se puede plantar.
La cortina se cierra tras sus pasos.
Ha llegado la hora.

La tonada se enmudece casi hasta lo imperceptible, confundiéndome entre si esta o no esta.
Nunca he sabido si estoy lista.
Bueno, ¡Ahora tampoco lo sé!
Solo lo siento.

Lo único que me es conocido es que acabaría tomando esta senda, y que ayer, tan simple como ayer, no sabía que lo haría hoy.